La gran dificultad, a la hora de pintar este cuadro, radica en el cantidad de detalles que contiene. Desde el estampado de las telas, el manto de flores de la parte inferior o el dorado del fondo. Sin olvidar la forma de las manos y la expresividad del rostro. Hay que conseguir la ternura, el amor y la fuerza que Klimt quiere representar.
fragmento del friso Stoclet de Klimt titulado "El Árbol de la vida".
Me atrevo a reproducir la obra de Klimt (1862-1918)
El óleo original es de Hipólito Hidalgo de Caviedes (1902-1994)
Cuando salta el Levante en Zahara, el mar adquiere un color especial. Podemos distinguir tres franjas: la del horizonte en un azul ultramar intenso; una zona media en turquesa verdoso y la parte más cercana a la orilla es verde claro transparente, muy transparente...Luego está el viento que sopla de este a oeste y cuando se levantan las olas se producen millares de salpicaduras en las que se refleja la luz del sol, constituyendo un autentico espectáculo.
El color y la imaginación de la pintura de Miró me entusiasmó desde el primer momento. Me atreví con este cuadro, cuyo título no recuerdo. 
Esta obra, original de Picasso y pintada en 1907 fué el inicio del cubismo, uno de los movimientos pictóricos que más repercusión tuvo en el mundo del arte. Será por eso que tanto me gusta.
Parece que voy avanzando en el tiempo en cuanto a la elección de obras para pintar. Si comencé con pintura figurativa un tanto clásica, poco a poco me voy introduciendo en el movimiento artístico más rompedor: Los de principio de siglo y las corrientes pictóricas que se originan hacia mitad de siglo. Este periodo cada vez me llaman más la atención.
Creo que este lienzo, extraído de una lámina con ciertas variaciones, es el que más me gusta. En primer lugar porque al pintar la tela se podía experimentar con varios tonos de grises azulados y blancos. Conseguir que los plieges de la tela parecieran plieges me costó bastante tiempo de trabajo pues no conseguía el efecto deseado. Había que tener en cuenta que encima de esa tela había unas manzanas, las cuales tenían que resaltar por sí mismas, y creo que lo conseguí. Aún recuerdo el impacto cuando me retiré del lienzo y pude ver lo que yo misma había conseguido. ¡Pintar unas manzanas que parecían reales! La verdad es que me motivó para seguir pintando. 
Me resutó muy difícil resolver este bodegón. La presencia del cristal es muy efectista pero algo complicada de captar y más teniendo en cuenta el tamaño del lienzo 46x55.
No es este tipo de composiciones en las que más a gusto me siento, pero cuando se inicia el aprendizaje de esta técnica creo que es necesario ejercitarse en el manejo del dibujo, la composición estética, o la aplicación del color adecuado. Por supuesto, se debe prestar gran atención a la gradación del color, ya que estos diferentes tonos constituirán las sombras necesarias para producir el volumen deseado en la pintura. 
Como mi vida transcurre entre Córdoba y Sevilla, no dudo en plasmar imágenes de ambas ciudades ya que las dos me sirven de inspiración.
El siguiente cuadro fué este paisaje que encontré en un manual de pintura. Me pareció el paisaje que está entre las ciudades de Córdoba y Sevilla, por eso lo reconocí tan familiar y tan querido.
Por fin en la primavera de 1999 me atreví a emborronar el primer lienzo. Las primeras lecciones me las proporcionó mi padre, Manuel Gómez Huertas que ya tenía experiencia como pintor y a cualquier duda que surgiera ahí estaba él.Acuarela sobre papel Sennelier 300gr/m2 tensado sobre bastidor de madera. Medida: 35x24 cm.
